miércoles, 16 de mayo de 2012

"¿QUE DEBO HACER PARA SER SALVO?

La repuesta es simple: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tu..." (Hechos 16:3). Pero la problema es que los pecadores no quieren ser salvos. Por eso es que el Señor Jesucristo puede decir a cualquiera de nosotros: "Y no queréis venir a mí, para que tengaís vida" (Juan 5:40); y la "vida" aquí es la vida eterna, la vida de Dios, o se puede decir, la vida nueva que uno comienza en Cristo Jesús cuando tiene "arrepentimiento para con Dios, y la fe en nuestro Señor Jesucristo" (Hechos 20:21). No obstante, como dije al principio, el pecador no busca de ser salvo; y esto es probado cada día, porque estoy seguro que a multitudes se les testica de "la salvación por la fe en Cristo Jesús" (2 Timotéo 3:15), y no vemos a los pecadores tropezandoce sobre unos y otros para recibír a Cristo para ser salvos de sus pecados. La pregunta es: ¿Por qué? Porque el pecador está enamorado con su pecado; y aún se puede decir, que el pecado es us "primer amor". Note lo que el Señor Jesús dice: "La luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras esran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean redargüidas" (Juan 3:19,20). Por eso es que el pecador sin ser salvo añade "pecado sobre pecador" (Isaías 30:1); porque "ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga bien y nunca peque" (Ecclesiastés 7:20). Sepa una cosa, mi querido amigo, según la Biblia, si tú estás sin el Señor Jesucristo in tu vida por no haberle recibido como tu Salvador, no importa que tán moral seas, ó religioso, todavía en los ojos de Dios es pecado porque no "habita Cristo por la fe en tu corazón" (Efesios 3:17). Ahora, ¿por qué necesitas ser salvo? Porque si tú estás sin el Señor Jesucristo en tu vida y mueres en esa condición, o estás en esa condición cuandas regrese otra vez, esté seguro de esto: Tú pagarás por tus pecados por toda la eternidad "en el lago de fuego" (Apocalípsis 20:15), que es el "tormento eterno" (Matéo 25:46). Todos aquellos que no conocen "a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo,...serán castigados de eterna perdición" (2 Tesalonicenses 1:8,9). ¡Esas son las consecuencias del pecado no perdonado! Esto es cierto de todo aquel que no ha recibido al Señor Jesucristo como el Salvador suyo. Pero "palabra fiel y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesús vino a l mundo para salvar a los pecadores" (1 Timotéo 1:15), porque Él "vino a buscar y salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10); y tú estás perdido si no has creído en Cristo para tu salvación. No obstante, en este momento se te presenta al Señor Jesucristo para que veas que sólo en Él hay salvación. "Mirad a mí, y sed salvos..." (Isaías 45:22); o como dice en Juan 6:40 - "Todo aquel que ve al Hijo, y cree en él" tiene "vida eterna" y será resucitado "en el día postrero". ¡Qué promesa tán preciosa! ¡Aleluya!!! La primera razón porque tienes que creer en el Señor Jesucristo para ser salvo es que Él es el único quien murió por los pecadores: ¡No hay otro!; porque "en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). En la Cruz del Calvario, Cristo Jesús fué dado en rescate y de substituto en lugar de pecadores; porque "Dios demostró su amor para con nosotros, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8) puede decir todo aquél que cree en Él. La segunda razón porque tienes que crceer en el Señor Jesucristo para ser salvo es que Él es el único que no sólo murió, pero también resucitó de entre los muertos; "porque si siendo enemigos, fuímos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida" (Romanos 5:10). En otras palabras, la garantía de que la Muerte de Cristo es eficáz para la salvación del pecador arrepentido que cree en Él, es porque ha resucitado de los muertos, "el cuál fué entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación" (4:25). Esto dice que Dios nos perdona nuestros pecados por la Muerte de Su Hijo, y nos declara justos por la fe en Él; y, ¡la Resurrección corporal Suya lo asegura! La tercera razón porque tienes que cree en el Señor Jesucrcisto para ser salvo es que Él es el único que no sólo murió y resucitó, pero también es el único quien intercede por todo aquel que viene a Dios para salvación; "por lo cual puede también salvar eternamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Hebréos 7:25). Él es el único "mediador entre Dios y los hombres" (1 Timotéo 2:5); así que, para ser salvo, el pecador tiene que venir a Dios por medio de Su Hijo, como Cristo mismo lo dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6). Quizas preguntarás de nuevo: ¿Qué debo de hacer para ser salvo? Te digo como el apóstol Pablo le dijo al carcelero en Hechos 16:31 - "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo...". Pero te pregunto, ¿En verdad quieres ser salvo? Si dices que sí, entonces pues, ven a Cristo por la fe, creyendo que Él murió por tí en la Cruz, derramando Su Sangre para el perdon de todos tus pecados. También mira la Tumba vacía de dónde Él resucitó de los muertos. Además, por le fe mira a Cristo hablando por tí al Padre con la garantía que te puede salvar con salvación eterna. La promesa es: "Y al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6:37). Amén

jueves, 10 de mayo de 2012

Pregunta: "¿Existe Dios? ¿Hay evidencia de la existencia de Dios?"

Respuesta: ¿Existe Dios? Encuentro interesante que se de tanta atención a este debate. Las últimas encuestas nos dicen que sobre el 90% de la gente en el mundo de hoy, cree en la existencia de Dios o en algún poder más alto. Sin embargo, de algún modo, la responsabilidad se coloca sobre aquellos quienes creen que Dios existe, para de alguna manera probar que El en realidad existe. Yo personalmente pienso que la responsabilidad está sobre los que no creen.

Sin embargo, la existencia de Dios no puede ser  desmentida. Aún la Biblia dice que deberíamos aceptar por fe, el hecho de que Dios existe, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Si Dios lo deseara así, simplemente podría aparecer, y probar a todo el mundo que El existe. Pero si lo hiciera, no habría necesidad de fe. “Jesús le dijo: porque me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).

Sin embargo, eso no significa que no hay evidencia de la existencia de Dios. La Biblia declara, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras” (Salmos 19:1-4). Al mirar las estrellas, al entender la inmensidad del universo, al observar las maravillas de la naturaleza, al ver la belleza de la puesta del sol – vemos que todas ellas apuntan hacia un Creador, Dios. Si esto no fuera suficiente, también hay evidencia de Dios en nuestros propios corazones. Eclesiastés 3:11 nos dice, “…y ha puesto eternidad en el corazón de los hombres…” Hay algo en lo profundo de nuestro ser, que reconoce que hay algo más allá de esta vida y alguien más allá de este mundo.

Intelectualmente podemos negar este conocimiento, pero la presencia de Dios en nosotros y a través de nosotros, todavía está ahí. A pesar de todo esto, la Biblia nos advierte que todavía hay algunos que niegan la existencia de Dios, “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1). Debido a que sobre el 98% de la gente a través de la historia, en todas las culturas, en todas las civilizaciones, en todos los continentes, creen en la existencia de algún tipo de Dios – debe haber algo (o alguien) que causa esta creencia.

Además de los argumentos bíblicos para la existencia de Dios, hay argumentos lógicos. Primero, tenemos el argumento ontológico. La forma más popular del argumento ontológico, usa básicamente el concepto de Dios para probar Su existencia. Este comienza con la definición de Dios como “Ese del cual no puede ser concebido uno más grande”. Entonces se sostiene que existir es mayor que no existir, y por tanto el mayor ser concebible debe existir. Si Dios no existió, entonces Dios no sería el mayor ser concebible – pero eso iría a contradecir la definición misma de Dios. El segundo es el argumento teológico. El argumento teológico dice que desde que el universo despliega tal maravilloso diseño, debe haber habido un diseñador Divino. Por ejemplo, aún si la tierra estuviera unos pocos cientos de millas más cerca o más lejos del sol, no sería capaz de mantener mucha de la vida que en la actualidad lo hace. Si los elementos en nuestra atmósfera fueran diferentes aún en un pequeño porcentaje, cada cosa viviente sobre la tierra moriría. Las probabilidades de una simple molécula de proteína formada por casualidad es 1 en 10 elevado a la potencia 243 (es decir, 10 seguido de 243 ceros). Una simple célula consta de millones de moléculas de proteína.

Un tercer argumento lógico para la existencia de Dios es el denominado argumento cosmológico. Cada efecto debe tener una causa. Este universo y todo lo que en el hay es un efecto. Debe haber algo que causó que todo existiera. A la larga, debe haber algo “sin-razón” a fin de provocar que todo lo demás exista. Esa “sin-razón” es Dios. Un cuarto argumento es conocido como el argumento moral. Cada cultura a través de la historia ha tenido alguna forma de ley. Todos tienen un sentido de lo correcto y lo erróneo. El asesinato, la mentira, el robo, y la inmoralidad son rechazados casi universalmente. ¿De dónde vino ese sentido de lo correcto y lo erróneo, sino de un Dios santo?

A pesar de todo esto, la Biblia nos dice que la gente va a rechazar el conocimiento claro e innegable de Dios, y en lugar de ello, creer una mentira. Romanos 1:25 declara, “Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.” La Biblia también proclama que la gente no tiene excusa para no creer en Dios, “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).

La gente demanda no creer en Dios porque “no es científico” o “porque no hay pruebas”. La razón verdadera es que una vez que la gente admite que hay un Dios, también deben darse cuenta de que son responsables hacia Dios y que están necesitados de Su perdón (Romanos 3:23; 8:23). Si Dios existe, entonces somos responsables por nuestras acciones hacia El. Si Dios no existe, entonces podemos hacer lo que queramos sin tener que preocuparnos porque Dios nos juzgue. Creo que esa es la razón por la que muchos en esta sociedad, están tan fuertemente aferrados a la evolución – para dar a la gente una alternativa de creer en un Dios Creador. Dios existe y a la larga todo el mundo sabe que El existe. El hecho mismo de que algunos intenten tan agresivamente refutar Su existencia es de hecho un argumento para Su existencia.

Permítame dar un último argumento para la existencia de Dios. ¿Cómo sé que existe Dios? Yo sé que Dios existe porque hablo con El todos los días. No lo escucho hablándome con voz audible, pero siento Su presencia, siento Su guía, conozco Su amor, deseo Su gracia. Han ocurrido cosas en mi vida que no tienen otra explicación posible sino Dios. Dios me ha salvado tan milagrosamente y ha cambiado mi vida que no puedo sino reconocer y alabar Su existencia. Ninguno de estos argumentos en sí, pueden persuadir a alguien que rehúsa reconocer lo que es tan claro. Al final, la existencia de Dios debe ser aceptada por fe (Hebreos 11:6). La fe en Dios no es un salto ciego a la oscuridad, este es un paso seguro a una habitación bien iluminada en donde ya se encuentra el 90% de la gente.

sábado, 5 de mayo de 2012

"RECONCILIATE CON DIOS"

Aquí están los elementos claves por medio de los cuales nos llegamos a reconciliar con el Padre. Todos y cada uno de ellos tienen una importancia vital. Si uno solo de ellos estuviera ausente, podría impedir que nuestra relación fuera completa.
Nuestra condición: Lo primero que necesitamos comprender es que estamos separados de Dios. El abismo que nos separa de Él es ancho y profundo. Heredamos por nacimiento un defecto fatal. Como consecuencia, hemos vivido independientes de Él. La Biblia destaca esta realidad tan desoladora: “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios”. Si no podemos aceptar el hecho de que el pecado nos separa de Dios, nunca llegaremos espiritualmente a casa, porque no sentiremos la necesidad de un Salvador.
El remedio de Dios: En segundo lugar, necesitamos tener una comprensión muy clara de quién es Jesús, y qué ha hecho Él por nosotros, para poder poner en Él nuestra fe con toda confianza. Jesús fue quien cerró la brecha que nos separaba de Dios. En palabras del apóstol Juan: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Jesús no sólo era un buen hombre, un gran maestro o un inspirado profeta. Él vino a la tierra como el Cristo y el Hijo de Dios. Nació de una mujer virgen. Llevó una vida sin pecado. Murió. Fue sepultado. Resucitó al tercer día. Ascendió a los cielos, y allí se convirtió en Señor y Cristo.
La muerte y resurrección de Jesús a favor nuestro satisfizo las exigencias de Dios: una provisión completa para eliminar nuestro pecado. Este Jesús, y sólo Él, reúne las cualidades para ser el remedio de mi pecado y el suyo.
Nuestra respuesta: arrepentirnos y creer.
El arrepentimiento personal es vital en el proceso de transformación. La palabra “arrepentimiento” significa literalmente “un cambio en la manera de pensar”. Consiste en decirle al Padre: “Quiero acercarme a ti y apartarme de la vida que he llevado independientemente de ti. Te pido perdón por lo que he sido y lo que he hecho, y quiero cambiar de manera permanente. Recibo tu perdón por mis pecados”.
En este punto, son muchos los que experimentan una notable “purificación” de cosas que se habían ido acumulando toda una vida, todas ellas capaces de degradar el alma y el espíritu de una persona. Sintamos o no el perdón de Dios, si nos arrepentimos, podemos tener la seguridad total de que somos perdonados. Nuestra confianza se basa en lo que Dios nos ha prometido, y no en lo que nosotros sintamos.
Llegamos a una relación personal con el Señor cuando tomamos la mayor decisión de la vida: el punto decisivo del que hablamos antes. Esa decisión consiste en creer que Jesús es el Hijo de Dios, el que murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó de entre los muertos, y recibirlo por Salvador y Señor. Cuando creemos de esta forma, nos convertimos en hijos de Dios. Está prometido expresamente en el evangelio de Juan: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12).
¿Quisiera recibir a Jesucristo como Salvador? Si quiere hacerlo, puede hacer una oración como ésta:
“Jesús, te necesito. Me arrepiento de la vida que he llevado alejado de ti. Te doy gracias por morir por mí en la cruz para pagar por el castigo de mis pecados. Creo que tú eres el Hijo de Dios, y ahora te recibo como mi Salvador y Señor. Consagro mi vida a seguirte.”