jueves, 26 de abril de 2012

ASPECTOS MÉDICOS DE LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS

ASPECTOS MÉDICOS DE LA CRUCIFIXIÓN DE JESÚS


Introducción

A través de la historia se han hecho películas, dramas, y se han escrito numerosos libros que tratan con el tema de la crucifixión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.

Cuando leemos los relatos hechos por los evangelios (Mateo, Marcos, Lucas, Juan) vemos un recuento de lo acontecido a Cristo durante su arresto, interrogación, condenación y crucifixión, pero no se describe en detalles sus padecimientos. El propósito de los evangelios era dar a conocer lo acontecido sin dar muchos detalles del proceso. En aquel tiempo se conocía muy bien lo que era una crucifixión y los escritores de los evangelios sabían que sus lectores estarían familiarizados con los sufrimientos de un crucificado.

Lo maravilloso de la Palabra de Dios es que aunque el relato de los Evangelios no nos da muchos detalles, el profeta Isaías ya había profetizado cientos de años atrás que el Mesías sería llevado al matadero y sería desfigurado hasta el punto de ser irreconocible. No solamente Cristo sufrió en su cuerpo, sino que también llevo los pecados, las enfermedades, las rebeliones y los dolores de toda la humanidad. En una de sus últimas palabras en la cruz, Jesús dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). En ese momento era como si Dios el Padre volviera su rostro para no ver el pecado que fue depositado en su Hijo. Por primera vez en su vida, Cristo se sintió alejado del Padre y sin su estrecha comunión con él.

Es nuestro propósito en este estudio describir desde un punto de vista médico y teológico los padecimientos de nuestro Señor Jesús. Desde el momento de su oración en el huerto de Getsemaní veremos como los padecimientos de Cristo van incrementando hasta el punto de su muerte. Veremos como con cada golpe, con cada bofetada, con cada latigazo, Jesús cumplía la Palabra de Dios.

Es mi oración al Señor que al estudiar este tema podamos amar más intensamente a nuestro Jesús, que sufrió por nosotros y aprendamos a agradecer mas su precioso sacrificio en el Calvario.

1. Sudor de Sangre:

El primer tormento o expresión de intenso dolor en la pasión señalado por los evangelios es la agonía en el huerto de Getsemaní, horas antes de ser entregado a los enemigos. La lucha era aterradora y un ángel se presentó para confortarlo, “y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra…” (Lucas 22:43-44).

Es interesante notar que el único evangelista que relata este hecho fue un médico, Lucas.

Esta condición es conocida en la medicina como “hematohidrosis” (sudor de sangre). Este fenómeno es muy raro, pero perfectamente documentado y que ocurre en condiciones excepcionales. El Dr. LeBec escribe: “Es un agotamiento físico acompañado de un trastorno moral, consecuencia de una emoción profunda, de un miedo atroz” (Le supplice de la Croix, Paris, 1925).

Se describe como una dilatación y ruptura de los vasos capilares subcutáneos en su punto de contacto con la base de los millones de glándulas sudoríparas. La sangre se mezcla con el sudor y se coagula sobre la piel después de la exudación. Es esta mezcla de sudor y coágulos la que se va juntando hasta correr por encima de la piel de todo el cuerpo en cantidad suficiente como para caer al suelo.

Esta hemorragia microscópica tiene lugar en toda la piel, la cual queda, por esta causa lesionada, dolorida y muy sensible a los golpes.

Esta agonía de Jesús no se debía tanto a los padecimientos físicos que pasaría, sino a la realidad de que los pecados y enfermedades de la humanidad vendrían sobre él. En su oración del huerto le dijo al Padre: “si quieres, pasa de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya…”

La copa Jesús bebió y no se resistió a la voluntad del Padre.

2. La bofetada:

Aquí se encontraba Jesús frente al sumo sacerdote y al contestar a una pregunta fue abofeteado por un alguacil (Juan 18:22). Algunos comentaristas dicen que aquí la palabra usada por Juan no significaba bofetada sino un bastonazo. El Dr. Judica Cordiglia dice: “es una lesión del cartílago de la nariz y la posible desviación de la misma debido a un golpe con un palo corto, cilíndrico y de 4 a 5 cm de diámetro.” Un golpe a la nariz que fue capaz de desviarla de su plano normal y de lesionar el cartílago. Aquí debió haber salido abundante sangre.

3. Malos Tratos:

Recordemos que Jesús fue arrestado de noche y llevado a una corte ilegal a ser condenado. Las leyes judaicas no permitían que ningún reo fuese condenado antes de la pascua y que un juicio fuese llevado a cabo de noche. También fueron traídos testigos falsos que el final no se pudieron usar porque sus historias no coincidían. Jesús fue llevado ante al sumo sacerdote y después de horas de debates e interrogación, da la declaración que hace enfurecer al sumo sacerdote: “…y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Que más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!” (Mateo 26:64-66).

Recordemos que la piel de Jesús ya estaba sensible al sudar sangre y ahora aquí dice Mateo 26, en el verso 67: “Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban” Aquí, aunque los evangelios no lo relatan, el profeta Isaías incluye que los pelos de su barba eras arrancados: “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.” (Isaías 50:6).

4. Flagelación:

Después de que Jesús se presento a Pilato, el cual dijo que no encontraba nada mal en el, Jesús fue azotado. La intención de Pilato era azotar a Jesús y luego soltarlo, pero la insistencia del pueblo con sus gritos “crucifícale! crucifícale! pudo más. Dice Mateo 27:26:
“Entonces les soltó a Barrabas; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.”

Mas de 120 golpes con el flagelo dados por dos fuertes verdugos, uno más alto que el otro, diestros en su oficio, los cuales, puesto uno a cada lado del reo le cubrieron metódicamente con sus golpes toda la superficie del cuerpo (tórax, abdomen, brazos y piernas, a excepción de la parte del pecho correspondiente al corazón), sin dejar espacios.

El azote con el que le flagelaron fue el horrible flagellum taxillatum, compuesto básicamente de un bastón con tiras de cuero. Cada punta de cada tira se encontraba llena de pedazos de hueso y de plomo. Al flagelar a Jesús en su ya sensible piel, cada latigazo arrancaba literalmente los pedazos de su piel exponiendo la carne viva y brotando abundante sangre. Así aparece Jesús: herido y sangrante conforme a lo que había predicho el profeta Isaías: “Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer…” (Isaías 52:14) También Isaías 53:3 dice: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto…”

Después del azotamiento, Jesús se desplomaría y quedaría sentado sobre el charco de su propia sangre. Estaba casi completamente desnudo, y parece que en ese momento le alcanzaron sus vestidos para que se cubriera. “Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata.” (Mateo 27:27-28).

5. Coronación de espinas:

Pasado un cierto tiempo, y algo repuesto de los azotes, Jesús fue llevado por los soldados al atrio, en el interior del pretorio e hicieron con él lo que se llamaba en aquel tiempo como “el juego del rey”, que era un juego de azar practicado por niños y adultos. Este juego cruel practicado a Jesús coronándolo de espinas era un desahogo brutal de los soldados romanos.

Para ello, congregan a toda la cohorte (de 400 a 600 hombres), le desnudan de nuevo, le hacen sentar sobre cualquier banco de piedra, le echan a las espaldas una capa corta color grana y le encasquetan la corona de espinas con fuerza sobre la cabeza, le ponen una caña por cetro en la mano derecha y empieza la farsa. “Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía. Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas, comenzaron luego a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos! Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. Después de haberle escarnecido, le desnudaron…” (Marcos 15:16-20; Mateo 27:27-30; Juan 19:1-3).

La palabra “corona” nos ha inducido a pensar en un cerco de espinas en torno a la cabeza, tal como lo presentan los crucifijos, pero la frase empleada aquí por Marcos al igual que Juan es: Plexantes stephanon ex acanthon…epethekan epi tes kefales autou: “Entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza.” (Juan 19:2).

Estas espinas de una planta local se entretejía alrededor de la cabeza horizontalmente de la frente a la nuca pasando por encima de las orejas.

6. Con la cruz a cuestas:

Después de que Pilato no detuvo la condena, se manda a que Jesús fuese atado y enviado a morir: “…le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.” (Mateo 27:31). Es significativo que no diga que le quitaron también la corona de espinas.

Era la costumbre que el reo cargara con su madero hasta el lugar de la crucifixión. Aquí a Jesús le mandan a cargar el palo transversal de la cruz que se cree que pesaba unas 110 libras. Fue forzado a cargar el madero sobre su ya desgarrada y sangrienta espalda por un tramo de distancia de unos 600 metros hacia el Calvario por un terreno pedregoso, con subidas y bajadas, pero no pudo llegar y Simón de Cirene le tuvo que ayudar.

7. Caídas:

Los evangelios no mencionan nada sobre caídas en el camino al Calvario, pero la tradición considera tres. Es posible que ambas rodillas estuvieran heridas por las violentas caídas sobre el terreno pedregoso.

8. La crucifixión:

Lo primero que hicieron los soldados fue despojarle violentamente de sus vestidos. La túnica interior estaba pegada a las llagas, debido a la sangre coagulada. Por lo tanto, el dolor tuvo que ser atroz. Cada hilo pegado a la superficie desnuda, al ser arrancado, arrastra consigo una de las innumerables terminaciones nerviosas puestas al descubierto con la llaga. Estos millares de choques dolorosos se suman y multiplican, aumentando cada uno en consecuencia la sensibilidad del sistema nervioso.

Aquí no se trata de una lesión local, sino de casi la totalidad de la superficie del cuerpo, especialmente del tan maltratado dorso. La sangre corre de nuevo y derribado al suelo las llagas de su dorso, muslos y pantorrillas se llenan de polvo y arena.

Los soldados atraviesan los clavos por las manos y los pies y es clavado a la cruz. Para los romanos la muñeca es considerada parte de la mano y se sabe que Jesús fue clavado por la muñeca para evitar que los clavos se salieran de sus manos con el peso de su cuerpo en la cruz.

Jesús no ha emitido ningún grito, pero su rostro se ha contraído horriblemente. Su pulgar, con un movimiento violento se ha doblado sobre la palma colocándose en oposición a los otros dedos, debido a que su nervio mediano ha sido herido. Un dolor fulgurante e indecible se ha apoderado de sus dedos, saltando como un dardo de fuego hasta su espalda y estallando en su cerebro. Es el dolor más insoportable que un ser humano puede experimentar al producirse la lesión en un tronco nervioso.

Después de ser clavado Jesús fue levantado cumpliendo su propia profecía: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir.” (Juan 12:32-33).

Junto a dos malhechores fue crucificado para cumplir la escritura: …”y fue contado con los pecadores, habiendo el llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

9. Atroz agonía:

Muy pronto Jesús comenzó a tener dificultad al respirar. Esto era propio de los crucificados. El diafragma muscular que se mueve para que pueda respirar al contraer y relajar los pulmones, se queda en posición de inhalación y es casi imposible exhalar el aire tomado. La única manera es apoyándose en los clavos de los pies y en la muñecas para poder exhalar el aire y luego comenzar de nuevo.

Poco a poco le fueron faltando las fuerzas, al tiempo que los calambres aumentaban y las alternativas de elevación y descensos sucesivos hubieron de abreviarse y repetirse más a menudo, por lo cual los dolores se acrecentaban hasta lo indecible.

Así pasaron 3 interminables horas, “y a la hora novena (como las 3 de la tarde) Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34). 

Jesús quería manifestarnos algo muy importante: un sufrimiento misterioso que nosotros somos incapaces de imaginar. Sufrimientos mucho más terribles que todos los demás, físicos y morales, descritos hasta aquí. Jesús había salido fiador de los hombres, se había hecho responsable ante Dios de los crímenes y maldades de todo el mundo.

El cordero de Dios inmolado llevo nuestros pecados y por un breve instante, como que el Padre alejó su rostro de El…y fue abandonado. Isaías 53:4-5 dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

10. Muerte:

“Cuando Jesús hubo probado el vinagre, dijo: Consumado es…” (Juan 19:30).


Consumada estaba la obra que el Padre le había encomendado de redimir al mundo (Juan 17:4). Todas las profecías sobre El se habían cumplido. Había realizado su misión. Ahora podía morir.

Existen muchas teorías acerca de las causas de la muerte de Jesús, pero casi todas coinciden que fue una combinación de aflicciones. La realidad al fin de toda su agonía es que Cristo fue quien entrego el espíritu y solamente el decidió el momento y el segundo de su muerte.

Después de muchas horas de agonía, el cuerpo de nuestro Señor había perdido mucha sangre y la poca que le quedaba en su cuerpo se había espesado de manera que el corazón ya casi no la podía bombear. El suero se separa de los glóbulos rojos y una membrana alrededor del corazón llamada el pericardio estaba llena de líquido. En los momentos finales, algunos médicos creen que Jesús muere de una pericarditis, que es la ruptura del pericardio por inflamación. Es como si su corazón haya explotado…

Esta condición es confirmada cuando el soldado traspasa una lanza por su costado: “Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19:34) Aquí se cumple lo dicho por el profeta: “…y miraran a mí, a quien traspasaron...” (Zacarías 12:10).

Era la costumbre de los romanos el quebrantarle las piernas a los reos crucificados si estaban vivos al final de su tortura en la cruz. Debido a que tenían que apoyarse en las piernas para respirar, al quebrantarles los huesos ya no podían respirar y morían asfixiados. En el caso de Jesús, vieron que ya estaba muerto y no tuvieron que quebrantarles los huesos. Esto fue un cumplimiento de la profecía que dice: “El guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado.” (Salmo 34:20).

Todo lo que paso el Señor durante todos sus sufrimientos lo hizo por amor…por amor a nosotros…Porque de tal manera amó Dios al mundo que envió a su Hijo…” (Juan 3:16) y Jesús no rehusó la copa y la bebió.

Aunque Jesús murió, la noticia más maravillosa de aquel tiempo fue que al tercer día resucitó. Su tumba está vacía. El venció la muerte para darte vida, venció el pecado para que pudieras acercarte a Dios. El llevó tu depresión, tristeza, tu dolor, tu angustia, tu desesperación y las clavó en la cruz para darte paz, esperanza y vida eterna.

Jesús está vivo y él te pide es que lo invites a venir a tu vida y corazón y el cambiará las circunstancias, borrará tus pecados, te dará esperanza para vivir, podrás realmente experimentar el verdadero amor y la paz que hasta ahora no has tenido. Una paz que sobrepasa todo entendimiento humano.

¿Quieres confiar en Jesús? ¿Quieres tratar una vez más? ¿Que debes hacer?

Solamente repite esta simple oración: Dios de los cielos, yo me arrepiento de todos mis pecados. Acepto a Jesucristo como mi Salvador y mi Señor... ven a mi corazón Señor Jesús y dame vida eterna...yo acepto el sacrificio que hiciste por mí en la cruz del Calvario…te entrego mi vida...y de ahora en adelante te seguiré...amén.

Si has hecho esta oración de corazón, te garantizamos que tu vida a partir de hoy no será la misma. Ahora debes conocer más a Jesús a través de su palabra, la Biblia. Debes buscar una iglesia donde congregarte y aprender más sobre los caminos de Dios.

lunes, 23 de abril de 2012

"PRUEBAS DE LA RESURRECCION DE JESUS"

EL PODER SOBRENATURAL DE LA RESURRECCIÓN DE JESÚS La resurrección de Jesús es medular para la fe cristiana. Si El no hubiera resucitado de entre los muertos, entonces la fe cristiana no tendría validez, siendo que Jesús mismo declaró que resucitaría de entre los muertos al tercer día. Por otro lado, si Jesús resucitó de entre los muertos, entonces todas sus afirmaciones son verdad y ahora podemos estar seguros que sí hay vida después de la muerte. Jesús mismo predijo su muerte y resurrección, y estos eventos sucedieron exactamente como él los había anunciado Juan 2:19-21 dice: "Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho." Juan 10:17 dice: "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar." Juan 16:16-23 dice: "Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre. Entonces se dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre? Decían, pues: ¿Qué quiere decir con: Todavía un poco? No entendemos lo que habla. Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis? De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará." Mateo 12:40 dice: "Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches." Mateo 16:21 dice: "Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día." Lucas 18:31-33 dice: "Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará." Jesús venció a la muerte levantándose de entre los muertos al tercer día, y se apareció a sus discípulos. Este evento está bien documentado por numerosos recursos históricos y confiables Historiadores como Josefo (c.37-110 d.C.), Ignacio (c.50-115 d.C.), Justino Mártir (c.100-165 d.C.) y Tertuliano (c.160-220 d.C.) estuvieron convencidos de la autenticidad de la resurrección. Sus escritos validan los relatos de los escritores bíblicos, quienes conforme a los teólogos bíblicos, registraron el evento tan temprano como el año 37 d.C. y no más tarde del año 64 d.C. Además, otros historiadores del primer y segundo siglo incluyendo a Cornelio Tácito, Suetonio, Plinio Segundo, y Luciano de Samosata reconocieron el impacto que este evento increíble tuvo sobre la gente de esa época. La resurrección es la única explicación aceptable del sepulcro vacío Los soldados romanos celosamente vigilaban la tumba donde el cuerpo de Jesús se encontraba. Además, la entrada al sepulcro estaba sellada con una enorme roca. La guardia romana, que normalmente se componía de 16 miembros, hubiesen hecho imposible para los discípulos -quienes, a propósito, estaban acobardados por el miedo a perder sus propias vidas- robar el cuerpo. Si, como algunos aseguran, Jesús no estaba muerto, sino solamente debilitado, los soldados y la roca hubiesen evitado su escape. Después de haber sido golpeado y flagelado, colgado en una cruz por seis horas, traspasado con una lanza por su verdugos para asegurar su muerte, y envuelto, como la costumbre, en 100 libras de lino y especias, Jesús no hubiese estado en condición alguna para rodar una roca de dos toneladas cuesta arriba, ni ser más ágil que 16 soldados romanos y después aparecerse radiantemente a sus discípulos. Los líderes judíos de la época fácilmente pudieron haber refutado todas las aseveraciones sobre la resurrección simplemente al reponer el cuerpo, pero no pudieron porque no había cuerpo. Hubieron numerosos testigos de la resurrección Después de que él resucitó de entre los muertos, Jesús apareció por lo menos diez veces a los que le conocían y a más de 500 personas a la misma vez. Estas apariciones no fueron alucinaciones; Jesús comió y habló con sus seguidores y ellos le tocaron su cuerpo resucitado. Lucas 24:36-39 dice: "Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo." Juan 20:26-29 dice: "Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron."
La tumba donde fue sepultado Jesús está vacía. 1 Corintios 15:3-8 dice: "Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí." La resurrección es la única explicación razonable para el comienzo del Cristianismo La Iglesia Cristiana nació en la misma ciudad donde Jesús fue públicamente ejecutado y sepultado. La creencia en un Jesús resucitado tuvo que haber sido auténtica para haberse enraizado en Jerusalén y crecido hasta abarcar el mundo entero. La Iglesia Cristiana es ahora la institución más grande que existe y ha existido en la historia de la humanidad. Claramente, esto hubiese sido imposible si la resurrección fuese solamente un cuento. La resurrección es la única explicación lógica para la transformación de los discípulos Ellos abandonaron y negaron a Jesús antes de su juicio público; después de su muerte ellos estaban desalentados y temerosos. Aún, después de su resurrección y su experiecia en Pentecostés, estos mismos desalentados hombres y mujeres fueron transformados por el sobrenatural poder de Cristo resucitado. En su nombre, ellos pusieron de cabeza al mundo. Muchos perdieron la vida por su fe, otros fueron terriblemente perseguidos. Su valiente comportamiento no tiene sentido aparte de su convicción de que Jesucristo fue verdaderamente resucitado de entre los muertos, un hecho digno por el cual morir. A través de los siglos, los grandes teólogos que han considerado las pruebas de la resurrección han creído, y todavía creen, que Jesús está vivo Después de haber sopesado la evidencia de la resurrección dada por los escritores de los Evangelios, Simon Greenleaf, una eminencia sobre asuntos legales de la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard, concluyó: "Sería imposible que ellos hubieran persistido en afirmar las verdades que han narrado, de no ser por el hecho de que Jesús sí resucitó de entre los muertos." El señor Greenleaf, fué un profesor judío que se convirtió en un seguidor de Jesús, el Mesías, después de estudiar los hechos por sí mismo. Después de haber sopesado esta evidencia, ¿cual es su conclusión? ¿Usted cree que Jesús está vivo? Todo aquel que cree que El en verdad ha resucitado, puede recibir el regalo de la vida eterna y experimentar una relación personal con él. Descubra como usted puede comenzar esta relación duradera.

jueves, 12 de abril de 2012

"¿POR QUE FUE EL RICO AL INFIERNO??

¿POR QUÉ FUE EL RICO AL INFIERNO? Lucas 16:19-31 (El rico y Lázaro). Esta es una historia real, que muestra el destino del hombre; con Cristo, y sin Cristo… Notemos por favor amigo lector, y hermanos en Cristo, que no es una parábola como algunas que Cristo solía contar a sus discípulos, sino una historia verídica, acontecida muchísimos años atrás, antes que nuestro Señor y Salvador naciera. ¿Porqué fue el rico al infierno? Debemos entender que NO es Dios quién condena al hombre al infierno; ES su pecado quien le envía a vivir una eternidad en ese horrible lugar de fuego y tormento. Donde el hombre está consciente de sus hechos en un constante lamento y lloro. RAZONES POR LAS QUE EL RICO FUE AL INFIERNO: a) Este hombre estaba confiando en sus riquezas. Según Lucas 16:19 era humanamente un hombre poderoso, aparentemente sin necesidad de nada. ¿Cuántas personas hay en esta vida que piensan que por el hecho de poseer mucho dinero no tienen necesidad de nada ni de Dios? Según Marcos 10:23, Dios no dice que la salvación no es para los ricos, sino que es muy difícil que un rico crea en Cristo Jesús como su Salvador, y por consiguiente sea salvo. Porque para aquellos que confían en las riquezas, eso les impide buscar de Cristo y de Dios, y si lo hacen lo hacen a su manera, y bajo sus propias condiciones. Dios nos muestra que nuestro corazón no debe estar en las riquezas materiales, porque esto impide tener una comunión con Cristo porque nos hace morir o decaer espiritualmente. Si Dios nos bendice grandemente en lo material, gloria sea dada a él, pero nunca debemos olvidarnos de él, porque de sus manos y de su gracia proviene todo para nuestro bienestar. b) Porque él estaba demasiado ocupado en los placeres de la vida. Cada día hacía fiesta, banquete, celebraciones, sin pensar que un día la muerte iba a llegar. Esta actitud le llevó al infierno, porque su entrega a los placeres mundanos le impedían buscar a Dios y creer que Dios es el todo. Lucas 12:17-18. Cuántas personas ahora mismo están entregadas a los deleites y pasiones mundanos sin pensar que existe una eternidad en el infierno, y contrariamente pensando que la vida del ser humano es muy corta y que por ello mismo debe vivirse y disfrutar al máximo bajo un desorden carnal y de bajas pasiones pecaminosas. Ignorando la Palabra de Dios, porque el diablo les ciega el entendimiento, impidiendo que la luz del Evangelio de Cristo resplandezca en sus corazones. c) Estaba controlado por el orgullo. Se vestía con lo mejor mostrando su egoísmo, su vanidad humana en condición de rico, y humillando a Lázaro y por qué no decirlo, quizás a cuanta persona pobre se cruzaba en su camino pensando que por ser poseedor de tantas riquezas, tenía el derecho de humillar a los de pobre condición económica. Tenemos que reconocer que nada de estas actitudes es el todo de la vida, y que el Señor nos da una oportunidad para buscarle, antes que sea demasiado tarde. d) Había cerrado sus oídos para no oír y recibir la palabra de Dios. Lucas 16:28. En su tiempo tenía a Moisés y a los profetas, y el rico no quiso escucharlos. Después la gente tuvo a Cristo y le rechazaron, y lo que es peor, aún muchas personas siguen rechazándole, sin querer oírle y abrir su corazón para tener acceso a la salvación, y derecho a la vida eterna. Las personas necesitan entender el mensaje que Dios ha dejado a la humanidad. La razón porque muchas gentes están perdidas es porque no han querido escuchar la palabra de Dios como mera palabra de Dios. Solo escuchan, pero no quieren creer. Según 2 Pedro 3:9 El Señor no retarda su promesa, es paciente y espera que el hombre se arrepienta. Espera que el hombre abandone esa vida desordenada, esa actitud de egoísmo e idolatría y se vuelva a él. Pero necesita hacerlo hoy, porque hoy es el día de salvación, mañana quizás sea demasiado tarde. Estimado lector reflexionemos en esto: ¿Qué es lo único que podemos tener seguro? ¿No es acaso la muerte? Porque la vida en un abrir y cerrar de ojos se puede terminar, no sabemos lo que será mañana. ¿Y si usted muere hoy? ¿Dónde pasará su eternidad? ¿Dónde será su despertar? La Biblia dice que Lázaro murió y fue llevado por ángeles al cielo, porque había creído en Cristo y al momento de abandonar su vida aquí, pasó a una mucho mejor con Cristo. Pero también dice que el rico murió y su despertar fue en el infierno, de tal manera que suplicaba estando allá que alguien viniera a sus hermanos en la tierra, y les hablaran del infierno para que se librasen de ir a ese lugar de tormento. ¿Cuál será su respuesta? ¿creer o no creer que hay un cielo y que hay un infierno? Cristo quiere salvarle y darle la vida eterna con él en el cielo, lo único que tiene que hacer es creer que usted tiene la necesidad de un Salvador, y ese Salvador es Cristo el Señor. No tarde en buscarle. Juan 3:16 dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Que Dios le bendiga a usted y los suyos y por favor mediten en esta historia,la vida del ser humano es efimera y se desvanece muy pronto,por tanto recuerden que solo existen dos destinos eternos,¿has escogido ya?,quizas mañana puede ser demasiado tarde...